7 Pobles. Martes. DIA 2. Pantano de Ulldecona - Fredes - Pantano de Ulldecona


La Ruta Dels 7 Pobles de la Tinença de Benifassà es originalmente un conjunto de caminos que une los 7 pueblos de esta subcomarca de Castellón. Para recorrerla, en principio, lo ideal sería que, mochila a la espalda, se recorriera del tirón, durmiendo en un pueblo distinto cada vez, pero por problemas logísticos de dormir y llevar menos peso, nuestros senderistas optaron por hacer noche siempre en un mismo sitio e ir ir venir a los orígenes y destinos en coche. Para ello contaron con la inestimable ayuda de Fede, que por una avería en sus rodillas ya no podía abordar tanto trajín caminador y fue el que, para esta aventura, llevaba la intendencia haciendo de chófer, cocinero, animador y lo que hubiera hecho falta para que la cosa saliera bien.

Esta libertad de movimientos motivó una estructuración distinta de las rutas, no haciéndolas una detrás de otra, sino eligiendo para cada día la más adecuada, según la distancia o el desnivel acumulado. Este segundo día tocaba ir desde el pantano de Ulldecona a Fredes.

El trayecto que propone la Ruta Dels 7 Pobles es durillo para los nuestros, que ya tienen una edad. Existen dos lugares muy bonitos y que no hay que dejar de ver cuando se va desde el pantano de Ulldecona a Fredes. Uno es el Salt de Robert y otro es el Portell de l’Infern. Para ir a cada uno de ellos el camino es distinto y la ruta propuesta por Els 7 Pobles plantea ir por los dos lugares mientras se asciende desde el pantano al pueblo. Esto significa hacer una montaña rusa subiendo y bajando de un sitio al otro. Primero subir los 500 metros de desnivel que hay desde el pantano al Portell de l’Infern, después bajar 350 metros hasta la entrada del barranc del Salt para después subir los 500 metros de desnivel para llegar a Fredes. No está nada mal.


Nuestros senderistas, unos profesionales en esto de ser pillos, se aprovecharon de su logística de coche para hacer la ruta un poco más larga pero menos empinada. Harían una circular. Subirían a Fredes por un sitio (el Barranc del Salt) y bajarían por el otro (el Portell). con esto se ahorrarían algún metro de desnivel. No había necesidad de finalizar la etapa en Fredes, ya que el señor chófer Fede podría recogerlos en cualquier lugar. Estaría a mediodía en el pantano con las puertas del coche abiertas.


El perfil de la ruta queda como se ve. Primero se sube todo y después se baja todo:


Esa subida gorda que se ve hacia mitad de camino deber ser un error del GPS. Ahí no se sube ni baja ninguna montaña


A las 7.50, nuestros 4 Rayitos salían de la pared del pantano de Ulldecona. Al decir 4 no he dicho mal. He dicho 4 porque Fede, el superintendente, acompañaba al grupo para hacer algo de pierna que le venía bien. Los primeros 7,5 kilómetros de la ruta son una pista de tierra muy bien acondicionada que es ideal para caminar sin forzar las rodillas, cosa que aprovechó nuestro superchef.


El día era fantástico y corría una brisa fresca que daba vida. La ruta avanza por el lado del pantano, que ahora estaba seco (al 0%, según la confederación hidrográfica y según los ojos de nuestros caminantes) y va ascendiendo por la pista del camí de Fredes - La Fou, al lado del barranc de la Fou, aquel que cuando lleva agua, alimenta el pantano.



A la altura del kilómetro 3,8 la pista cruza el barranco. Aquí es donde Fede, que estaba andando con el grupo a buen ritmo, dejó la ruta y volvió a por el coche. Tras unos minutos, Gilbert se dio cuenta que Fede no llevaba las llaves de la casa de la Pobla, con lo que tuvo que hacer una carrera para deshacer camino buscar al compañero. Lo consiguió y volvió, ya con la piernas calientes, para seguir la marcha con Kiko y Toni.


La ruta de este día es muy conocida por Gilbert y Kiko, que la han hecho varias veces. No tanto por Toni, para el que es la primera vez. Se trata de una larga pista que se adentra por els ports de Beseit hasta encontrar el Barranc del Salt, donde hay que desviarse para subir a Fredes.


Por el Barranc del Salt sigue la pista hasta el refugio de la Tenalla, casa-refugio con 7 camas de uso público, previa petición de la llave.



La pista se transforma en senda y pronto se llega al Salt de Robert, una caída de agua que, aunque con la sequía solo deja escapar unas gotas, no deja de ser impresionante.



Desde aquí empezaba la auténtica subida a Fredes, 400 metros en tres kilómetros que a Kiko siempre le han parecido más de mil. Muy poco a poco y en grupo compacto (porque Kiko iba delante), nuestros 3 esforzados llegaron a Fredes, lugar destinado para el almuerzo.



En Fredes hay censados alrededor de 30 habitantes, de los cuales sólo viven siempre 3 o 4. Entre ellos está Nuri, dueña de una casa rural y a veces colaboradora en abrir el bar, que ahora estaba cerrado desde enero. Estos pueblos tan pequeños están muy desangelados. Sólo el turismo rural (gastronomía, caza, setas, senderismo, naturaleza en general) les puede salvar. A veces se acierta pero las más de ellas, la despoblación es tan alarmante que ya no hay solución para estas poblaciones, que por otro lado están súper arregladas y muy bonitas. Nuri llevaba ya 30 años con su familia en Fredes y lo que le echen. En el pueblo no había gatos como en la Pobla de Benifassà, solo una perrita que no se apartó en ningún momento del lado de los nuestros mientras almorzaron. 



Nuri opinó que sería mejor hacer esta ruta subiendo por el Portell de l’Infern y bajar por el Salt de Robert que al revés. Los nuestros lo dudaron. La subida al Portell no se acaba nunca y sería bastante trabajosa también.

Ya descansados de la subida, los Rayitos emprendieron la vuelta hacia el pantano. Esta vez tocaba ir por el Portell del Infern, lugar muy espectacular que no hay que perderse.


Primero la senda pasa por la font del Teix (seca) y se encarama arriba de la pared que forma la serra de Fredes.  Desde allí, desde el mas de Pixón, se abre la vista al mundo del Portell del Infern. La masía, casi derruida, tiene una gran era con unas vistas envidiables. Para ir a ver.



Un poco más abajo está una roca donde todo el mundo se encarama para sacarse una foto. Queda espectacular. Toni, que era su primera vez, subió y se hizo la foto de rigor.

Ahora nuestros caminantes se adentraban en Les Ombries del Portell, donde una gran balma es perfecta para descansar. Delante tienen una gran pared donde crían muchos buitres. No era temporada porque no se vio ni uno. Del abrigo ya está a un paso del Portell de l’Infern, impresionante senda entre dos grandes rocas. 



Nuestros senderistas siguieron por Lo Junqueret, lo Pla del Pinar Roig hasta llegar al pantano. El calor comenzó a ser, como siempre que los Rayitos han pasado por allí, asfixiante y, para acabar cuanto antes, los nuestros aumentaron el ritmo hasta coger una alta velocidad. Kiko iba delante y, como es cuesta abajo, no se lo piensa y aprieta el paso. 

Por fin llegaron al pantano, a la altura del Magranar y, por la pista desde donde empezaron, llegaron a la pared del pantano. Como habíamos dicho al principio de esta crónica, Fede les estaba esperando el coche con las puertas abiertas. Ya eran las dos y la comida esperaba.



Haciendo recopilación de la ruta, parecía que habían hecho más kilómetros que los esperados, 20,650 km. El desnivel también fue alto, más de 1.200 metros. Igual el gps, el que mide el desnivel acumulado, se mareó un poco. Suele pasar cada vez que vienen a este lugar. Está tan encajonado por momentos que la señal cuesta de llegar. No sé. de todas maneras, subir, se subió, y mucho.


Los cuatro Rayitos subieron al coche y emprendieron viaje a la Pobla, su centro de operaciones.


Cerca del Bellestar, a pocos kilómetros del destino, un senderista por la carretera casi se dejó atropellar para que los nuestros pararan el coche. Se había averiado un tobillo y pidió que le llevaran a la Pobla. Lo Rayitos, se estrecharon un poco y le dejaron sitio.

Resulta que este hombre formaba parte de un grupo de senderistas que habían venido una semana desde Algemesí (Valencia) a andar por los caminos de la Tinença. O sea, había venido a hacer los mismo que los Rayitos. Éste hombre sentía molestias en un tobillo y decidió bajar por carretera desde el Boixar a su base de operaciones, que, como los nuestros, también estaba e la Pobla. Si no huera parado a nuestros Rayitos, aún le quedaba media horita de andar a pleno sol del mediodía.


Nuestros héroes, junto con su nuevo amigo, comieron juntos en el bar de la Pobla de Benifassà. Se contaron sus aventuritas y se rehidrataron después de una mañana a pleno sol. Parece que los tres senderistas de Algemesí forman parte de un grupo mayor y han venido a pasar unos días para conocer la zona. No llevaban ni tracks, ni mapas, ni gps ni nada. Muy valientes parecían. Quizá con un poco de tecnología hubieran aprovechado mejor las rutas.


La comida de ese día se hizo en el bar para dar fiesta a Fede y para dejar algo de dinero en el pueblo, que se lo merecen para mantenerlo vivo.


Como siempre, tras comer y una vez en casa, los Rayitos se dieron una ducha, se echaron una siesta, se fueron a tomar una cervecita al Huerto de la Tinença, la terracita de los viejipis (Teresa y su chico) del hotel,y después a cenar.



Esta vez de cena, el chef Fede había hecho una longanizas con tomate que estaban buenísimas. Se respiraba muy buen rollito y se celebró el paso del ecuador de la aventura.




A las 22.00, buenas noches y a dormir.



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